Paisaje en tránsito, el reciente proyecto de Carolina Barros, explora la porosidad de los difusos bordes del desarrollo urbano en las ciudades chilenas contemporáneas, especialmente en las fronteras que permean el territorio rural y el crecimiento inmobiliario. La difícil convivencia entre el paisaje de la zona central y la poderosa maquinaria de la economía, hacen evidentes las contradicciones de un sistema implacable que arrasa a su paso con las especies endógenas de flora y fauna.
Más que una crítica nostálgica y ramplona sobre los avances del progreso, la artista reflexiona en esta serie de pinturas monocromas, además de un video, sobre el ejercicio de expansión del paisaje post industrial contemporáneo, afectado por la desaparición irremisible de los últimos atisbos de verdor alcanzados por la lucha entre el hombre y la naturaleza.
Limes, es un término latino que usaron los romanos en su imperio, para definir las fronteras o límites de éste y contener la invasiones de los bárbaros. En estos bordes construyeron muros, edificaron torres para vigilar y controlar el acceso hacia su civilización. En este gesto atávico que viene realizando el hombre hace más de dos mil años -es decir la historia de nuestra civilización- para expandir y marcar territorios, tropieza la mayor observación de este proyecto hacia definir un concepto de territorialidad en movimiento, desencadenada por el tráfico confuso de camiones, obreros, sonidos, polvo y precarios cercos de malla que van ocultando las operaciones de transmutación de éste frágil espectáculo que irrumpe en los limes de los conglomerados urbanos.
Cada vez que se extiende este velo siniestro, como el despliegue de una cortina en un pabellón de urgencias médicas, transforma luego de un tiempo de operaciones, el horizonte vasto y arbolado en un conjunto urbano de ostentosa arquitectura. En los antiguos limes romanos, los bárbaros y los soldados generaban en torno a ellos actividades económicas como, tráfico, cultivos, construcción y comercio, luego devinieron en asentamientos humanos con el paso del tiempo, puestos de colonización fronterizos, para continuar la expansión de su territorio. Tras los limes aparecieron con el tiempo, poblados, villas y ciudades.
Estos paisajes en tránsito, nos remiten hoy desde el pasado, hacia su misma actual desaparición. Lugar de permanente recuerdo que nos muestra Carolina Barros, en una pertinaz referencia sobre las mallas plásticas de los espacios en construcción y vetas de madera que marcan horizontalmente las grandes extensiones de espinos que luchan por sobrevivir sobre sus pinturas. En el llamativo video que presenta, donde también introduce estos recursos, intercambia el movimiento de la cámara con el desplazamiento de estos velos que actúan como tramas. Así anuncia estos limes finitos del inexorable avance del hombre y la barbarie en el ruinoso paisaje rural.
Arturo Duclos